La anciana le explicó entonces que cuando uno se hace muy viejecito o está muy enfermo, tiene que dejar este cuerpo y a eso lo llaman «muerte». «Pero voy a decirte una cosa, le dijo; a las personas nos pasa como a los renacuajos o a los gusanos de seda: nos transformamos, cambiamos y seguimos por ahí pero de otra manera».
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