Yo quería todo lo que todas queremos: todo. Queremos una pareja que sintamos como familia, un amante exótico y sorprendente.
Queremos ser jóvenes aventureras y madres de mediana edad. Queremos intimidad y autonomía, seguridad y estimulación, comodidad y emociones. Pero no podemos tenerlo todo.
En 2012, Ariel Levy tenía 38 años, estaba casada con una mujer y embarazada de cinco meses, gracias al esperma donado de un amigo millonario. Además, tenía el trabajo soñado por millones de reporteros, ser la pluma estrella de la revista The New Yorker. A pesar de tener tantos meses de embarazo, decide viajar a Mongolia para hacer un reportaje. Pero allá se empieza a derrumbar todo lo que llamamos una vida perfecta.