Mientras lees estas líneas, las certezas de la clase trabajadora y la clase media se desmoronan. Fábricas emblemáticas cierran, los derechos laborales se diluyen, y quienes deberían ofrecer soluciones gobiernos, partidos, sindicatos guardan silencio. En ese vacío crecen las fuerzas reaccionarias, y millones de ciudadanos, antes defensores de la justicia social, son seducidos por discursos de odio y exclusión. En un contexto que recuerda a los años treinta con crisis económica, desafección política y auge de extremismos