Agudos, imprescindibles, audaces, estos ensayos revisan los más recientes y convulsos años de política colombiana, mientras invitan a no perder la esperanza y seguir exigiendo el país que merecemos.
Lo que paraliza a Colombia es el Estado, lo que la extenúa es la corrupción, lo que la confunde es la politiquería, lo que la arroja a la violencia es la falta de una economía legal e incluyente, lo que la frustra es la falta de oportunidades, lo que la anula es el desprecio, lo que la mantiene con las manos atadas es la ignorancia, lo que la borra es que los únicos que tienen protagonismo son los políticos y los violentos, lo que la pierde sin descanso es no tener rumbo, ni confianza en su gente, ni memoria, ni conciencia de sus posibilidades.
Aquí nada es tan urgente como cambiar las costumbres y renovar la cultura. Pero a menudo los profesionales del cambio no solo son incapaces de corregir en sí mismos las viejas costumbres, sino que se dan el lujo de dejar pasar una buena parte de su gobierno sin darles ninguna oportunidad a unos procesos culturales sin los cuales ningún cambio es posible...
William Ospina