El miércoles 6 de noviembre de 1985, la guerrilla del M-19 se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia, sede de las Cortes colombianas que se jugaban la vida por las leyes. La respuesta de las fuerzas armadas fue retomar el lugar a toda costa, y el resultado es uno de los episodios más salvajes y trágicos de la historia reciente de Colombia.
Este Mural nos hace testigos de primera mano de las nostálgicas imágenes del Palacio de Justicia antes de convertirse en una ruina funesta. Y luego, gracias a la mirada luminosa y compasiva de Ricardo Silva Romero, somos espectadores de la miseria, el horror, la deshonra, pero también de la humanidad, la misericordia y la cordura perdidas en la toma.