Memoria para el olvido presenta una faceta capital en la obra del escritor escocés Robert Louis Stevenson. Este volumen muestra que Stevenson fue no sólo el prosista que cultivó uno de los estilos más precisos de la segunda mitad del siglo XIX, sino también un lúcido hombre de pensamiento. Estos ensayos son un conjunto de pequeños milagros literarios donde la experiencia se diversifica; hallamos desde el tono confesional y anecdótico de Mi primer libro: La isla del tesoro, el humor en La personalidad de los perros, hasta verdaderos prodigios de la imaginación: Un capítulo sobre sueños. Todos resultan pulidos ejercicios de un esteta, pero también de un hombre que desarrolló una visión propia y viva del mundo. El amor por las palabras, el deleite por la frase perfecta, la ironía devastadora, la claridad en las ideas son algunas de las cualidades que se encuentran en las reflexiones literarias de Stevenson. Al final, es posible descubrir un singular humanismo donde resalta la sinceridad de quien se propone volver mejores a los hombres. Al respecto, Alberto Manguel señala en el prólogo: "La filosofía de Stevenson es, sobre todo, alegre, agradecida, [... y él] es uno de los pocos escritores que dejan al lector con una impresión de felicidad". En efecto, la ensayística de Stevenson es un intento de relacionar las potencias de la ética con las de la estética; ambas, fines comunes de toda gran literatura.