Una marea de moscas se refriega las patas en el techo tocando la afiebrada musica de sus alas. Otras tantas se escabullen entre las piernas de mi hermana mientras limpia los mesones con una esponja y de reojo las vigila: alguna va a descuidarse, alguna mosca enloquecida por el olor dulce va a emprender el vuelo hacia esa olla.