Los primeros cuentos de la humanidad tienen un doble origen. Por una parte fueron simples nociones sobre el mundo conocido, conocimientos prácticos que aseguraban la supervivencia y que se transmitían de forma didáctica y al mismo tiempo entretenida. Y por la otra eran porciones o capítulos de lo que ahora conocemos como religión, y que los sacerdotes relataban a los fieles como parte del culto, o incluso al margen de sus oraciones y plegarias. Muchos de los que componen este volumen posiblemente sean los más antiguos del mundo. Tratan todos de la pervivencia en las diferentes culturas de aquellas “fuerzas sobrenaturales”, a veces atribuibles a Dios y otras simplemente mágicas e inexplicables. Aunque su propósito inicial fue a la vez práctico, mediante ellos se mantuvo viva la sensación, a veces tranquilizadora y a veces temible, de que lo mágico y lo divino seguían presentes en la vida cotidiana.
Los primeros cuentos de la humanidad tienen un doble origen. Por una parte fueron simples nociones sobre el mundo conocido, conocimientos prácticos que aseguraban la supervivencia y que se transmitían de forma didáctica y al mismo tiempo entretenida. Y po