HANS CRISTIAN ANDERSEN / IL. MARTA VICENTE
Por fin, una tarde los cascarones empezaron a quebrarse, y aparecieron las cabecitas asombradas de los patitos recién nacidos. ¡Qué hermosos eran con sus plumas suaves y doradas! Pero, de pronto, del huevo más grande apareció la cabezota de un patito muy distinto…
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