Si bien se supo de su existencia por más de ochenta años, El Libro rojo nunca había sido publicado ni estuvo disponible para el amplio número de estudiosos y seguidores de Jung. La publicación de esta obra, en una versión corregida y en formato menor, al no incluir las imágenes de la versión facsímil original (también publicada por El Hilo de Ariadna), permite acceder al gran público a este libro central del reconocido investigador, psiquiatra y psicólogo suizo.Con un estudio preliminar de uno de los más destacados estudiosos de la obra de Jung, como lo es Sonu Shamdasani, este libro posibilita estudiar la auto experimentación de Jung por medio de sus fuentes primarias y comprender la génesis de sus trabajos posteriores, a la vez que arroja una nueva luz respecto de la recuperación de la realidad del alma humana y la constitución de una nueva psicología.
El lector tiene en sus manos la obra visionaria que surge del encuentro de C. G. Jung con la profundidad de lo inconsciente durante los años 1913 y 1916 y de la lenta labor de interpretación simbólica que llevó a cabo desde 1914 a 1930. El libro central de la obra de Jung, en una edición facsímil completa con un estudio preliminar y notas de Sonu Shamdasani, destacado estudioso de Jung, y la versión castellana al cuidado de Bernardo Nante, reconocido investigador de C. G. Jung y sus fuentes.
Se trata quizás de la obra inédita más influyente de la historia de la psicología. Intercaladas entre más de doscientas páginas iluminadas, hay pinturas cuyas influencias oscilan desde Europa, Medio Oriente y Lejano Oriente, hasta el arte nativo americano.
Sin duda, el estudioso de Jung cuenta hoy con un invalorable documento, hasta hace poco inaccesible, que proporciona claves fundamentales para comprender la génesis de su obra teórica y de su praxis. Pero, más allá de ello, todo lector interesado en reflexionar y, acaso, en avizorar aquello que parece subyacer al destino espiritual de nuestra era, encontrará aquí un estímulo incesante que desafiará sus vigilias y su sueños.
El libro rojo: El encanto de una lectura imposible
Por Bernardo Nante
El sorprendente éxito editorial de El libro rojo -en su versión original alemana (2009) y en sus diversas traducciones- alcanzó también a la versión castellana, cuya primera edición (2010) hoy reeditamos (2019).
Cuando me ocupé de la primera edición castellana, junto con un esmerado equipo de traductores, me topé no solo con las inevitables dificultades de traducción, es decir, con los problemas conceptuales y lingüísticos propios de esa tarea, sino con una obra que escapa a los géneros literarios habituales. Por cierto, pude reconocer en su discurso mercurial la cosmovisión junguiana en un estadio previo a su configuración como teoría científica; en el lugar en donde las ideas son aún símbolos que recién comienzan a fraguarse en imágenes y palabras.
La lectura de El libro rojo tiene la extraña condición de fascinar y de espantar a la vez, de inocular simultáneamente el desconcierto y un extraño convencimiento -a menudo inverificable- de que algo se ha comprendido. Walt Whitman, refiriéndose a su Leaves of Grass, escribió; Esto no es un libro/ Quien toca esto, toca un hombre. Similarmente, podría decirse que quien toca esto, toca el poder serpentino y mercurial de la psique, poder simultáneamente creativo y destructivo, curativo y tóxico. Dicho sin tapujos académicos, quien lee o se inclina ante El Libro rojo, quien se atreve a navegar en sus aguas, advierte que el mismo libro nos lee, toca nuestro inconsciente, susurra en nuestra vigilia y nutre nuestros sueños.
El lector tiene en sus manos una obra visionaria, que surge del encuentro de C. G. Jung con la profundidad de lo inconsciente durante los años 1913 y 1916 y de la lenta labor de interpretación simbólica que llevó a cabo desde 1914 a 1930. Jung sostenía que no era Goethe quien había escrito El Fausto, sino que El Fausto había escrito a Goethe. Podría sospecharse, que, de algún modo, El libro rojo escribió a Jung, es decir, que su vida y su obra se modelaron no solo en el fuego de las insondables experiencias que allí se recogen, sino también en la comprensión que surge de los largos años en los que se abocó a su hermenéutica discursiva y plástica. Este libro precioso, semejante a un manuscrito medieval, embellecido con iniciales historiadas e ilustraciones insólitas, intenta recrear un espacio simbólico, un témenos, una catedral simbólica para albergar sus visiones y poder asumirlas. Por cierto, se conjugan en él lo que Jung denominará en su obra teórica la técnica de imaginación activa y el método de amplificación, es decir, la práctica que consiste en entrar en términos con lo inconsciente y el método hermenéutico que implica volver a aquellos contenidos que surgieron del encuentro con lo inconsciente y descubrir por asociación su contexto, su filiación personal y arquetípica.
El libro rojo constituye un tramo fundamental del mito de Jung, es decir, de su propia historia verdadera y simbólica, que expresa y orienta su vida personal a la luz de la dimensión arquetípica. Por ello, la obra reclama un abordaje más profundo y más sutil que el que puede merecer el diario de un pensador célebre o una mera rareza literaria o plástica. Sin duda, el estudioso de Jung cuenta hoy con un invalorable documento, hasta hace poco inaccesible, que proporciona claves fundamentales para comprender la génesis de su obra teórica y de su praxis. Pero, más allá de ello, todo lector interesado en reflexionar y, acaso, en avizorar aquello que parece subyacer al destino espiritual de nuestra era, encontrará aquí un estímulo incesante que desafiará sus vigilias y su sueños. Por tratarse de una expresión auténtica, es decir, originada en el autós, en el sí-mismo, El libro rojo se desvanece ante aproximaciones meramente racionales o estéticas, aunque tampoco las descarta; se asemeja a aquellos mitos fundantes que han recogido en sus símbolos el abismo de lo insondable y, de ese modo, han pasado de generación en generación, acompañando al hombre en la desamparada travesía de su existencia. Por cierto, los antiguos mitos, antes de ser libros, fueron tradiciones orales y, antes aún, fueron cosas vistas u oídas por aquellos sabios que pudieron entrever resquicios del Sentido en medio de la orfandad humana. Pero el hombre moderno y, más aún, su tibio epígono posmoderno, declara al mito como un hecho del pasado, pues, supuestamente, los grandes relatos habrían muerto.
El libro rojo no solo muestra que un mito es mucho más que un relato, sino que, aunque no lo advirtamos, el mito se despliega en la profundidad de la psique, más allá de la voluntad humana, y reclama un compromiso permanente por parte del yo.