Este es un libro donde las palabras sobreviven bajo el agua; donde el lector podría "escuchar la angustia de la sed". Aquí los poemas se desplazan de muchas maneras, caen como cuerpos líquidos, en verso y en prosa. Alejandro Sánchez construye una atmósfera igual a una corriente interna, que anuncia un salto urgente desde las profundidades y las honduras de lo que se nombra.
El silencio toma la forma del agua. Los poemas fluyen con la textura de la libertad. Se abren y se bifurcan en la hoja. Muy bien lo dice el autor: "aprendí a bucear en silencio". Y allí nos enfrentamos, como lectores, a un diálogo que configura un mismo universo, donde el lenguaje nos advierte de un inevitable naufragio.